Cuando martes leí que Joe Matt habia muerto, pensé en Julie Doucet.
"Me encanta Chester Brown", declaró la creadora de My New York Diary en una entrevista a mediados de los noventa. "Para mi, Chester es uno de los mejores. Las historias de Seth ya no me gustan tanto, y detesto completamente a Joe Matt". Doucet, que compartía editorial con Brown, Seth y Matt, aparece en Julie Doucet: 1994 -2016 con los tres en la foto de una convención de cómics portuguesa, lo más alejada posible de Matt; solo a Adrien Tomine, que también aparece retratado, lo separa más distancia.
No era necesario compartir foto, ni editorial, ni oxigeno, con Joe Matt, para detestarlo: era suficiente con leer sus cómics. Su serie Peepshow, publicada en español dentro de volúmenes como Pobre cabrón o Consumido, se adhiere a la tradición autoficcional del cómic underground americano, llevando el subgénero a una sinceridad sórdida. Matt se confesava, viñeta a viñeta, como un faldero incombustivle, un masturbador compulsivo i un tacaño con quien entablarse suponia todo un eligro: "Estas patatas no te las acabarás, Seth?"
Si la cultura de la cancelación existiera, habría pasado por encima de Joe Matt como una apisonadora. El dibujante era capaz de menospreciar una amante por sus piernas, de manipular una pareja de fans para intereses personales, i de hacerle un moratón en el ojo a su pareja. Matt hacía imposible el ejercicio de separar vida y obra, por què una estaba dentro de la otra. Hasta cuando el autor se pone nostálgico y repasa su infáncia en las páginas de Buen tiempo, nos encontramos con un niño especulador, que le hace la vida imposible al gato de su madre.
Pobre cabrón, dices? Me sobra el “pobre”, pero ya lo puedes decir.
A pesar de todo esto, o quizás precisamente por que lo hacía, todo esto, Joe Matt se convirtió en uno de los autores de cómic más fascinantes de su generación. Su narrativa lectora, su afilado sentido del humor, como de inclemente llegaba a ser consigo mismo y con su masculinidad de vertedero, hacen que leerlo, aun hoy, genere un placer inmenso. El cabrón- me sobrava, ya os lo he dicho, el "pobre"- tiene la poténcia gráfica de Robert Crumb, la profundiad literária de Philiph Roth, y la ternura melancólica de Charles Schulz - Peepshow: El diario en tebeos de Joe Matt es una espécie de Peanuts para lectores sinvergüenza.
Descansa en paz, Joe: eres el autor detestable que mas echaremos de menos.